No quiero morir, y quizá por eso no quiero dormir.
Soy una persona creativa. Me falta ser una persona creadora.
Hago lo que puedo mientras persigo lo que soy.
Sobre todo no prometas nada.
La línea entre ocurrir y discurrir.
Estar triste con redes sociales a mano no es cosa buena.
Existe algo sencillo que, quizá, permitiría humanizar las redes sociales: dejar que la gente quite la opción del megusta.
¿Cómo sería mi red social ideal? Se podría escribir algo largo. Se podrían subir fotos, vídeos y audios. Se podrían elegir tus preferencias de contenido. Se separaría claramente a los amigos, a los conocidos y a los desconocidos (separables en celebridades o no). Desde ella se podría mandar mensajes aptos para otras redes sociales (texto tamaño tuit para Twitter, por ejemplo). Se estudiarían opciones psicológicas para fomentar valores positivos: ¿conexión, aprendizaje, crecimiento personal, información de calidad...? Se podría ordenar tu perfil, dentro de unos límites, pero organizar el contenido como por carpetas (con un máximo de tres niveles, por ejemplo).
Genio de mierda.
Por un lado me creo un genio y por otro me reconozco un fiasco, un fraude, un inútil con recursos.
En mis mejores momentos, me sé capaz de obras faraónicas. Pero mis buenos momentos son pocos, desaprovechados y dispersos.
Quiero ser genial. ¿Cómo? Haciendo cosas geniales. En su lugar, hago cosas mediocres y confío en que a alguien le parezcan geniales. Cuando fracasan, no me importa porque sé que no me había esforzado mucho en hacerlo. Un plan un poco defectuoso para un intento de genio.
Quien compra arte caro por el autor más que por la obra -para conservarlo, no para especular- tiene que creer algo en el alma.
Ser feliz siempre es ser asquerosamente feliz, porque ser feliz siempre tiene algo de asqueroso hacia quien no puede serlo.
Elijo ser cándido, aunque pueda llegar a ingenuo, antes que ser cínico. Elijo ser romántico, aunque pueda llegar a ñoño, antes que ser apático. Elijo ser sencillo, aunque pueda llegar a tonto, antes que ser retorcido. Elijo ser sincero, aunque pueda llegar a incómodo, antes que ser hipócrita. Elijo ser ridículo, aunque pueda llegar a patético, antes que ser estirado. Elijo atreverme y exponerme, aunque pueda llegar a fallar y sufrir, antes que quedar paralizado y dedicarme solo a morir.
Si viviera del arte echaría de menos vivir de la ciencia.
Hay momentos en los que tengo una energía como para escribir Moby Dick. Pero duran lo que un microrrelato.
Llevo años diciéndomelo: debería empezar a hacer cosas bonitas.
Soy una persona creativa. Me falta ser una persona creadora.
Hago lo que puedo mientras persigo lo que soy.
Sobre todo no prometas nada.
La línea entre ocurrir y discurrir.
Estar triste con redes sociales a mano no es cosa buena.
Existe algo sencillo que, quizá, permitiría humanizar las redes sociales: dejar que la gente quite la opción del megusta.
¿Cómo sería mi red social ideal? Se podría escribir algo largo. Se podrían subir fotos, vídeos y audios. Se podrían elegir tus preferencias de contenido. Se separaría claramente a los amigos, a los conocidos y a los desconocidos (separables en celebridades o no). Desde ella se podría mandar mensajes aptos para otras redes sociales (texto tamaño tuit para Twitter, por ejemplo). Se estudiarían opciones psicológicas para fomentar valores positivos: ¿conexión, aprendizaje, crecimiento personal, información de calidad...? Se podría ordenar tu perfil, dentro de unos límites, pero organizar el contenido como por carpetas (con un máximo de tres niveles, por ejemplo).
Genio de mierda.
Por un lado me creo un genio y por otro me reconozco un fiasco, un fraude, un inútil con recursos.
En mis mejores momentos, me sé capaz de obras faraónicas. Pero mis buenos momentos son pocos, desaprovechados y dispersos.
Quiero ser genial. ¿Cómo? Haciendo cosas geniales. En su lugar, hago cosas mediocres y confío en que a alguien le parezcan geniales. Cuando fracasan, no me importa porque sé que no me había esforzado mucho en hacerlo. Un plan un poco defectuoso para un intento de genio.
Quien compra arte caro por el autor más que por la obra -para conservarlo, no para especular- tiene que creer algo en el alma.
Ser feliz siempre es ser asquerosamente feliz, porque ser feliz siempre tiene algo de asqueroso hacia quien no puede serlo.
Elijo ser cándido, aunque pueda llegar a ingenuo, antes que ser cínico. Elijo ser romántico, aunque pueda llegar a ñoño, antes que ser apático. Elijo ser sencillo, aunque pueda llegar a tonto, antes que ser retorcido. Elijo ser sincero, aunque pueda llegar a incómodo, antes que ser hipócrita. Elijo ser ridículo, aunque pueda llegar a patético, antes que ser estirado. Elijo atreverme y exponerme, aunque pueda llegar a fallar y sufrir, antes que quedar paralizado y dedicarme solo a morir.
Si viviera del arte echaría de menos vivir de la ciencia.
Hay momentos en los que tengo una energía como para escribir Moby Dick. Pero duran lo que un microrrelato.
Llevo años diciéndomelo: debería empezar a hacer cosas bonitas.
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