En Westworld los sentimientos de los robots son algoritmos. Y funcionan porque coinciden con los algoritmos de los espectadores. Arbitrar es como el poker: un juego de información imperfecta. No interesan los arbitrajes perfectos, lo que deja claro que en el deporte profesional importa más el espectáculo que la justicia. La continuidad de la carne nos fuerza la continuidad de la mente, que en realidad es mucho más dúctil. Si la mente tuviera prioridad sobre la carne, y la carne reflejara los cambios de la mente, nos transformaríamos mucho más, sin parar, durante toda la vida, hasta degenerar en seres tan extraños que ni nuestras madres nos reconocerían. Léon Gorodiche y su familia, cuadro de Eugéne Carrière en el Museo Rodin, París.
Cosas múltiples de Samuel Pérez Gutiérrez.