Nos dejaron sin cigüeñas.
Nunca fueron nuestras.
Tampoco suyas.
Ha muerto un hombre alegre.
Tras la pena,
hay que volver a la alegría,
más alegría aún:
más fuerte,
más plena,
más tranquila,
más sincera,
más sencilla,
para compensar
la que se fue.
Unas pocas palabras pensando en Luis Eguílaz, el día en que descubro que nos ha dejado.
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