No existirían genios entre genios.
El genio es una creación de los que no alcanzan a comprender. Por así decirlo, solo los simples pueden engendrar genios. Muy probablemente, un enorme nivel educativo generalizado acabaría con cualquier tipo de genio. Por eso, también, antes había más y cada vez hay menos.
No existe el genio sino la imagen del genio.
¿Qué narices es un genio?
En el genio confluyen el talento, la constancia y la suerte. Dado que existen innumerables personas con altos talentos y constancias, y solo unos pocos genios, se puede concluir que el factor más clave para ser considerado un genio es la suerte. Eso, o que la suerte es escasa.
Un genio es un complejo de inferioridad colectivo.
Aspirar a ser un genio te incapacita automáticamente para ser un genio.
Aspirar a ser un genio puede ser loable, visto como un reto de superación, pero el enfoque es equivocado: la genialidad no emana de lo que se es, sino de lo que se hace. Por eso, también, la genialidad suele ser muy pasajera. La permanencia de la genialidad en el genio es una ilusión, producida por un espejismo similar a la ceguera del enamorado.
No se entiende la contradicción: lo más lógico es que convivan genio e ingenio.
Ser genial es mucho mucho mucho menos que ser un genio.
Un verdadero genio es difícil de identificar. Se confunde demasiado fácilmente con un loco, un engreído, un introvertido, un pesado, un imbécil o un aburrido.
Lo más probable -nos hace intuir cierta lógica compensatoria- es que el verdadero genio tenga, en otros aspectos de su vida, carencias de una amplitud parecida a su propia genialidad.
Los que están muy convencidos de que, aunque nadie lo diga, ellos son genios, no se dan cuenta de que son, en realidad, un poco ingenuos.
¿Y ese genio incomprendido, verdaderamente genial, tan pasado de rosca que es incapaz de transmitir su genialidad a nadie? Un genio que pertenece prácticamente a otra dimensión, inalcanzable. ¿Qué hacemos con ese flipado?
El genio es como un multimillonario a nivel mental, pero a él nadie le pide dinero, como mucho, le pedirán respuestas que seguramente no tenga.
Imagino que los genios congenian con genios.
Aceptar ser un genio tiene que ser extenuante, a partir de ese día.
Un mediocre que es confundido toda su vida con un genio. Ya ha pasado, pero nadie sabe exactamente con quién.
Un genio tan brutal, tan extraordinariamente genial, que sabía parecer normal.
El camino a la genialidad se asfalta con silencios generosos y oportunos.
El genio es una creación de los que no alcanzan a comprender. Por así decirlo, solo los simples pueden engendrar genios. Muy probablemente, un enorme nivel educativo generalizado acabaría con cualquier tipo de genio. Por eso, también, antes había más y cada vez hay menos.
No existe el genio sino la imagen del genio.
¿Qué narices es un genio?
En el genio confluyen el talento, la constancia y la suerte. Dado que existen innumerables personas con altos talentos y constancias, y solo unos pocos genios, se puede concluir que el factor más clave para ser considerado un genio es la suerte. Eso, o que la suerte es escasa.
Un genio es un complejo de inferioridad colectivo.
Aspirar a ser un genio te incapacita automáticamente para ser un genio.
Aspirar a ser un genio puede ser loable, visto como un reto de superación, pero el enfoque es equivocado: la genialidad no emana de lo que se es, sino de lo que se hace. Por eso, también, la genialidad suele ser muy pasajera. La permanencia de la genialidad en el genio es una ilusión, producida por un espejismo similar a la ceguera del enamorado.
No se entiende la contradicción: lo más lógico es que convivan genio e ingenio.
Ser genial es mucho mucho mucho menos que ser un genio.
Un verdadero genio es difícil de identificar. Se confunde demasiado fácilmente con un loco, un engreído, un introvertido, un pesado, un imbécil o un aburrido.
Lo más probable -nos hace intuir cierta lógica compensatoria- es que el verdadero genio tenga, en otros aspectos de su vida, carencias de una amplitud parecida a su propia genialidad.
Los que están muy convencidos de que, aunque nadie lo diga, ellos son genios, no se dan cuenta de que son, en realidad, un poco ingenuos.
¿Y ese genio incomprendido, verdaderamente genial, tan pasado de rosca que es incapaz de transmitir su genialidad a nadie? Un genio que pertenece prácticamente a otra dimensión, inalcanzable. ¿Qué hacemos con ese flipado?
El genio es como un multimillonario a nivel mental, pero a él nadie le pide dinero, como mucho, le pedirán respuestas que seguramente no tenga.
Imagino que los genios congenian con genios.
Aceptar ser un genio tiene que ser extenuante, a partir de ese día.
Un mediocre que es confundido toda su vida con un genio. Ya ha pasado, pero nadie sabe exactamente con quién.
Un genio tan brutal, tan extraordinariamente genial, que sabía parecer normal.
El camino a la genialidad se asfalta con silencios generosos y oportunos.
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