Prioridades:
1. Vivir.
2. No morir.
3. Sobrevivir.
4. Dejar vivir.
5. Supervivir.
6. Supravivir.
...
Verdaderas prioridades:
1. Agua.
2. Pis.
3. Pan.
4. Caca.
...
Kénosis.
Falta un cajón en el guardar lo que, de verdad, vas a revisar.
Cuando vives solo y cierras la puerta al ir al baño, ¿a quién dejas fuera?
Mi soledad se debate entre una gran satisfacción y una cierta desdicha. Calculo que compensa para bien.
La soledad es mi familia más numerosa.
Las frases breves y sueltas son aguachirri. Unirlas bien encadenadas puede solidificarlas. Es desleal pero factible.
"Somos víctimas del estímulo", dice con mucho acierto una letra de La MODA.
"¿Somos víctimas del estímulo?", se pregunta un tal Iker G. de la Gran Logia de Aragón, en su apartado web "Pérdida de valores en la sociedad actual".
Hay un reportaje de la Gran Logia de Aragón.
También hay una "Logia del cineasta Segundo de Chomón":
¡Pero la cuestión! Somos víctimas del estímulo. ¿Veis?, me acaba de pasar. Hoy me he planteado si no debería, en beneficio de la productividad y la creación a la que tanto aspiro, cortar por lo sano y con radicalidad los tantos estímulos a los que me expongo continuamente y que hacen que el tiempo vuele sin consciencia: música, vídeos, fotos, redes sociales,... hasta libros. Debería tirar los teléfonos móviles (sí, tengo dos) por la ventana, pero no me atrevería: estaría tirando, directamente, mi relación con muchas personas queridas y mi trabajo. Son sibilinos, han sabido hacerse imprescindibles, cuando hace tres años ni tenía un smartphone. Por refinar, diré: no somos víctimas del estímulo, somos esclavos gustosos del estímulo. Me sigue fascinando que la gente salga a la calle, existiendo Internet.
La gente se sale con la suya con gilipolleces supremas. ¿A qué esta vergüenza por defender las gilipolleces propias?
1. Vivir.
2. No morir.
3. Sobrevivir.
4. Dejar vivir.
5. Supervivir.
6. Supravivir.
...
Verdaderas prioridades:
1. Agua.
2. Pis.
3. Pan.
4. Caca.
...
Kénosis.
Falta un cajón en el guardar lo que, de verdad, vas a revisar.
Cuando vives solo y cierras la puerta al ir al baño, ¿a quién dejas fuera?
Mi soledad se debate entre una gran satisfacción y una cierta desdicha. Calculo que compensa para bien.
La soledad es mi familia más numerosa.
Las frases breves y sueltas son aguachirri. Unirlas bien encadenadas puede solidificarlas. Es desleal pero factible.
"Somos víctimas del estímulo", dice con mucho acierto una letra de La MODA.
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Esta cara debo tener casi todo el tiempo, frente al ordenador. |
Hay un reportaje de la Gran Logia de Aragón.
También hay una "Logia del cineasta Segundo de Chomón":
¡Pero la cuestión! Somos víctimas del estímulo. ¿Veis?, me acaba de pasar. Hoy me he planteado si no debería, en beneficio de la productividad y la creación a la que tanto aspiro, cortar por lo sano y con radicalidad los tantos estímulos a los que me expongo continuamente y que hacen que el tiempo vuele sin consciencia: música, vídeos, fotos, redes sociales,... hasta libros. Debería tirar los teléfonos móviles (sí, tengo dos) por la ventana, pero no me atrevería: estaría tirando, directamente, mi relación con muchas personas queridas y mi trabajo. Son sibilinos, han sabido hacerse imprescindibles, cuando hace tres años ni tenía un smartphone. Por refinar, diré: no somos víctimas del estímulo, somos esclavos gustosos del estímulo. Me sigue fascinando que la gente salga a la calle, existiendo Internet.
La gente se sale con la suya con gilipolleces supremas. ¿A qué esta vergüenza por defender las gilipolleces propias?
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