Es curioso pensar en todo lo que somos bajo el prisma de la evolución ciega: todos nuestros comportamientos, nuestras paranoias, nuestras ideas constructivas y destructivas, nuestros conflictos, nuestros avances y retrocesos, nuestras genialidades y atrocidades, sabidurías y estupideces, actos "buenos" y "malos", nuestras estructuras sociales y pensamientos individuales, nuestros embarazos deseados y no deseados, homicidios voluntarios e involuntarios, gustos musicales, peleas culturales, inclinaciones políticas... Todo ello, como parte intrínseca del proceso natural que nos trajo hasta aquí, para empezar. Incluso el creer que desafiamos a "la evolución" (como si tuviera una entidad propia, y no fuera un conjunto de relaciones naturales cuyos mecanismos hemos decidido catalogar así) no sería más que parte de las ramificaciones que este mecanismo de creación y cambio ha dado en producir, y por tanto, por así decirlo, no deja de ser una idea que está "dentro del sistema". Todo lo que somos también es parte nuestra continua evolución natural, incluso nuestros pretendidos desafíos a ella. Hasta cuando conseguimos descubrirlas, identificarlas, sistematizarlas y racionalizarlas, todavía toda la potencia y alcance de las fuerzas que nos influyen escapan a nuestro control. Nos creemos titiriteros, pero seguimos siendo las marionetas.
Estar a punto de morir parece una buena forma de conseguir que te valoren como persona. Aunque es mejor morir. Lo preocupante no es acumular mierda dentro, lo preocupante es no cagar. Por desgracia, siento que ya sé todo lo que necesito. Por suerte, todavía no es suficiente. No lo digo por despecho ni rencor, simplemente, algunas tías buenas son especialmente malas. Sin mí no soy nada. Poeta atormentado, poeta petardo. Lista de la compra: cerveza sin alcohol, fruta, canela en rama. Cuidado con los enfermos de literatura: se permiten mentir por belleza.
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