Por desgracia, la defensa contra los calores desmedidos conlleva un enfriamiento, por mucho que guste la lumbre.
Mi identidad es una incógnita con pasado montada en una emoción.
Aunque por física el sonido se expande en todas direcciones, los medios de comunicación (Internet incluido) permiten que el ruido sea direccional.
El arte busca, la ciencia encuentra, la filosofía ordena.
Lo mejor que podemos hacer por la cultura en la mayoría de los casos es aplaudir.
Ansío la frescura.
Una teoría divertida (al menos para mí):
Vivimos en un universo sin verdadero orden ni relaciones de causa-efecto. Lo que ocurre es que, dentro del vasto caos de un universo aleatorio, vivimos en un fragmento donde existe una casualidad enormérrima que, punto por punto, en cada ocasión, por inverosímil que parezca tanta coincidencia, da la impresión de que existan unas leyes de la naturaleza coherentes y constantes. Para más confusión, solo en excepcionalísimos momentos esa enorme casualidad de la causalidad falla y se producen eventos que no siguen las aparentes (y ficticias) reglas, provocando experiencias contradictorias con el cuerpo de coincidencias que parecen formar leyes, dando lugar a convencidísimos desacuerdos entre los testigos de unos y otros fenómenos.
Mi identidad es una incógnita con pasado montada en una emoción.
Aunque por física el sonido se expande en todas direcciones, los medios de comunicación (Internet incluido) permiten que el ruido sea direccional.
El arte busca, la ciencia encuentra, la filosofía ordena.
Lo mejor que podemos hacer por la cultura en la mayoría de los casos es aplaudir.
Ansío la frescura.
Una teoría divertida (al menos para mí):
Vivimos en un universo sin verdadero orden ni relaciones de causa-efecto. Lo que ocurre es que, dentro del vasto caos de un universo aleatorio, vivimos en un fragmento donde existe una casualidad enormérrima que, punto por punto, en cada ocasión, por inverosímil que parezca tanta coincidencia, da la impresión de que existan unas leyes de la naturaleza coherentes y constantes. Para más confusión, solo en excepcionalísimos momentos esa enorme casualidad de la causalidad falla y se producen eventos que no siguen las aparentes (y ficticias) reglas, provocando experiencias contradictorias con el cuerpo de coincidencias que parecen formar leyes, dando lugar a convencidísimos desacuerdos entre los testigos de unos y otros fenómenos.
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