Leo con nostalgia el mensaje de una antigua amiga que hace más o menos un año me escribía, tras ponernos un poco al día después de años de desconexión, sorprendida de que estuviera dedicándome sobre todo al mundo audiovisual, sin haber escrito algo publicable. Yo creía, me decía, que para este año ya estarías publicando un libro. Seguro que tienes algo por ahí, ¿no? Aunque sea una recopilación de relatos. Algo se me clava en el pecho. No tuve nada que decirle, ni lo tengo. Vaguedades. Y guardarme la pena de no haber hecho honor a sus expectativas, ni a las mías.
Estar a punto de morir parece una buena forma de conseguir que te valoren como persona. Aunque es mejor morir. Lo preocupante no es acumular mierda dentro, lo preocupante es no cagar. Por desgracia, siento que ya sé todo lo que necesito. Por suerte, todavía no es suficiente. No lo digo por despecho ni rencor, simplemente, algunas tías buenas son especialmente malas. Sin mí no soy nada. Poeta atormentado, poeta petardo. Lista de la compra: cerveza sin alcohol, fruta, canela en rama. Cuidado con los enfermos de literatura: se permiten mentir por belleza.
Comentarios
Publicar un comentario