Era mentira lo que decía el otro día de que quería quitarme las lorzas por Carmen. Es por mí, punto. Carmen -tengo esa suerte- me va a querer igual. Lo de las lorzas, además de ser una tontería, es una muestra tanto de mi ego como de mi inseguridad, sí, ambas cosas a la vez, porque por un lado soy tan dolor que me flipo aspirando a ser perfecto (y por lo visto unos abdominales entran en esa ecuación), y por otro, temo no ser suficiente para Carmen, y siento que tengo que hacer algo para estar a la altura. Y por lo visto lo más que llego a idear es una vía tan superficial como esa. Pero bueno, ya está, es lo que es, dicho está, ¡fuera!
Las fotos que acompañan estos textos tienen que ser un poco interesantes, un poco aburridas. No pueden quitarle el protagonismo a los textos, tienen que supeditarse a ellos, pero tienen que llamar la atención lo suficiente para que le sea más fácil a los lectores pinchar y animarse a leer un poco. Tienen que acompañar lo justo. Y para qué negarlo, son un poco coñazo.
La cocina, bien llevada, tiene su baile. Cuando se consigue mantener un tempo, es una gozada. Hay que tener en mente varias cuestiones pendientes: cosas que cortar, pelar, trocear, cosas que rebozar, cosas que poner en la sarten, cosas que hervir, cosas que sacar, cosas que tirar, cosas que limpiar, cosas que recoger... Si se van encadenando los tiempos de estas cosas para maximizar la efectividad y aprovechar el tiempo, a la vez que se avanza en todo poco a poco, se produce un baile silencioso que deja regodearse en su imparable armonía.
Me encanta Bukowski, pero no envidio su mala vida. Me gusta la buena vida.
Coda, venida unos días después:
Buscamos la buena vida, pero la mala vida es una tentación constante por la que no es difícil dejarse llevar.
Cuando me dejan, me dejo.
Según David Simon, creador de The Wire, en The Genius Dialogues, todo es básicamente igual a nada, y es lo que me pasa, quiero hacerlo todo y no consigo hacer nada.
El mundo del arte suele ser demasiado esotérico, y el mundo científico demasiado aterrizado. Pertenezco a ambos y no encajo en ninguno. Simpatizo con Xurxo Mariño, tengo la impresión de que él puede entender a qué me refiero, aunque, en su caso, él sí consigue pertenecer y, además, encajar en ambos.
Me obsesionan las estructuras de las historias, pero no intento
(Frase apuntada sin final)
Tengo de todo, menos excusas.
Malo en casi todo, salvo en saber admitirlo.
Escribir a menudo es una terapia que encima esperas que se traguen los demás.
Ni todo el chocolate del mundo puede calmar genes desesperados.
¿Y si la insatisfacción es una carencia de historia? ¿Y si hay que contarse una historia, vivir una historia y sentir que se avanza y se termina una historia, para vivir satisfecho?
Ma tu che stai, perché rimani?
Un altro inverno tornerà domani
Cadrà altra neve a consolare i campi
Cadrà altra neve sui camposanti
Es decir,
Pero tú que estás, ¿por qué te quedas?
Otro invierno volverá mañana
Caerá otra nieve a consolar los campos,
Caerá otra nieve sobre los camposantos
La canción: Inverno.
El maestro: Fabrizio de André.
La Biblia es un libro maravilloso: en un par páginas lo mismo te habla de que no hay que oprimir y discriminar a los extranjeros que viven entre nosotros, advierte que no hay que hacer el truquito de levantar la bolsa en la balanza del súper, y prescribe que hay que matar a los hijos que maldicen a sus padres, a los adúlteros, a los incestuosos y a los gays practicantes (a las lesbianas creo que no, mira, se ve que a Dios, en su omnipotencia, no se le ocurrió la posibilidad).
(Respectivamente: Levítico 19, 33-34; Levítico 19, 35-36; Levítico 20, 8-13).
Las fotos que acompañan estos textos tienen que ser un poco interesantes, un poco aburridas. No pueden quitarle el protagonismo a los textos, tienen que supeditarse a ellos, pero tienen que llamar la atención lo suficiente para que le sea más fácil a los lectores pinchar y animarse a leer un poco. Tienen que acompañar lo justo. Y para qué negarlo, son un poco coñazo.
La cocina, bien llevada, tiene su baile. Cuando se consigue mantener un tempo, es una gozada. Hay que tener en mente varias cuestiones pendientes: cosas que cortar, pelar, trocear, cosas que rebozar, cosas que poner en la sarten, cosas que hervir, cosas que sacar, cosas que tirar, cosas que limpiar, cosas que recoger... Si se van encadenando los tiempos de estas cosas para maximizar la efectividad y aprovechar el tiempo, a la vez que se avanza en todo poco a poco, se produce un baile silencioso que deja regodearse en su imparable armonía.
Me encanta Bukowski, pero no envidio su mala vida. Me gusta la buena vida.
Coda, venida unos días después:
Buscamos la buena vida, pero la mala vida es una tentación constante por la que no es difícil dejarse llevar.
Cuando me dejan, me dejo.
Según David Simon, creador de The Wire, en The Genius Dialogues, todo es básicamente igual a nada, y es lo que me pasa, quiero hacerlo todo y no consigo hacer nada.
El mundo del arte suele ser demasiado esotérico, y el mundo científico demasiado aterrizado. Pertenezco a ambos y no encajo en ninguno. Simpatizo con Xurxo Mariño, tengo la impresión de que él puede entender a qué me refiero, aunque, en su caso, él sí consigue pertenecer y, además, encajar en ambos.
Me obsesionan las estructuras de las historias, pero no intento
(Frase apuntada sin final)
Tengo de todo, menos excusas.
Malo en casi todo, salvo en saber admitirlo.
Escribir a menudo es una terapia que encima esperas que se traguen los demás.
Ni todo el chocolate del mundo puede calmar genes desesperados.
¿Y si la insatisfacción es una carencia de historia? ¿Y si hay que contarse una historia, vivir una historia y sentir que se avanza y se termina una historia, para vivir satisfecho?
Ma tu che stai, perché rimani?
Un altro inverno tornerà domani
Cadrà altra neve a consolare i campi
Cadrà altra neve sui camposanti
Es decir,
Pero tú que estás, ¿por qué te quedas?
Otro invierno volverá mañana
Caerá otra nieve a consolar los campos,
Caerá otra nieve sobre los camposantos
La canción: Inverno.
El maestro: Fabrizio de André.
La Biblia es un libro maravilloso: en un par páginas lo mismo te habla de que no hay que oprimir y discriminar a los extranjeros que viven entre nosotros, advierte que no hay que hacer el truquito de levantar la bolsa en la balanza del súper, y prescribe que hay que matar a los hijos que maldicen a sus padres, a los adúlteros, a los incestuosos y a los gays practicantes (a las lesbianas creo que no, mira, se ve que a Dios, en su omnipotencia, no se le ocurrió la posibilidad).
(Respectivamente: Levítico 19, 33-34; Levítico 19, 35-36; Levítico 20, 8-13).
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