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Honestidad intestinal

Corro, no porque me guste correr, sino porque me gusta dejar de correr. (Y la verdadera razón: porque espero reducir algo la lorza). Siguiendo esa lógica, igual tengo que empezar a ayunar.



Me cago en la suerte de pisar una mierda.



La vida es lo que haces en los intervalos entre las cosas que consideras tu vida.

(Pero Lester lo dijo mejor en The Wire: "Una vida, McNulty, ¿sabes qué es eso? ¡Es la mierda que pasa mientras estás esperando por momentos que nunca llegarán!".)



Si la poesía no es joven, ¿es siquiera poesía?



La juventud es un motor, la vejez una carrocería. Por eso hay viejóvenes y joviejos.



A la verdad no le importa la estética. Por eso a menudo se la tacha de sucia.



Cada uno sabrá con qué se regala y con qué se tortura.



Hay que cuestionarse la rutina rutinariamente.



En la puntuación hay más opinión de lo que unos cuantos letreros creen. ("Opinión": es decir, intención del emisor, por decirlo en unos términos académicos que les gustarán más.)



Y pensar que hoy en día la tele (y por tanto sus programas más exitosos) hace la figura y la labor del cuentacuentos...



Honestidad intestinal. El tipo de literatura que más aprecio.



Definiendo 'palabras': "Los juguetes de un niño pobre". (Roger Wolfe en el poema "Las palabras", del libro "La poesía es un revólver apuntando al corazón").



Una literatura aterrizada tiene que tener, por fuerza, algo de sexual y algo de escatológico (me refiero a escatológico en su sentido excrementicio, pero aprovecho y me apunto un poco, de paso, a su significado teológico).



La vida SE MUEVE.

Así que si estás muerto, ya sabes lo que tienes que hacer.




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