Nos ponen algo gratis y nos tiramos de cabeza a por ello. Como si lo mejor de la vida no fuera gratis: tirarse, un vaso de agua, rascarse, alguien con quien hablar, dejar las redes sociales, el sol, y otras tonterías sublimes que tendemos a ignorar.
Nos dejaron sin cigüeñas. Nunca fueron nuestras. Tampoco suyas. Ha muerto un hombre alegre. Tras la pena, hay que volver a la alegría, más alegría aún: más fuerte, más plena, más tranquila, más sincera, más sencilla, para compensar la que se fue. Unas pocas palabras pensando en Luis Eguílaz , el día en que descubro que nos ha dejado.
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