Ir al contenido principal

La estructura que subyace al mundo entero

Hablando de terraza a terraza en la calle, sentados y tomando algo, los que parecen los propietarios de sendos negocios: un restaurante hindú y un lounge bar.
El hindú: ... pero yo tengo nacionalidad española, no como tú.
El otro: Yo no quiero...
—¿Pero tú puedes votar al ser europeo, con eso de la Unión Europea?
—Sí, pero paso de perder oxígeno y tiempo.



Te sientas en la paz del gran parque, concentrado en no hacer nada. Se amuerma la mente y el descanso se acerca, en mitad del silencio verde. Entonces suenan unas campanas que te hacen recordar: existe el tiempo.



La iluminación pinta la pintura. Por eso los museos deberían cuidarla mucho más.



El gran espaciado
de una poesía
sólo es
en buena parte
una forma de dar importancia
a las palabras.



En la plaza Jovellanos, Gijón, entre conversaciones de terraza, grupos de gente con sus botellas de sidra -alguien escancia de vez en cuando-, niños jugando y palomas, estoy sentado en el banco de piedra que rodea a un árbol. Mientras me viene el sueño, intento entender la estructura que subyace al mundo entero.



Gijón: en un parque infantil, un hombre escancia sidra para el resto de madres.



La escultura "Elogio del horizonte", en Gijón, es una valiente forma de recordarnos que lo verdaderamente bello se encuentra alrededor. Un elogio vampiro de atención. Una escupidera gigante en la que purgar nuestra repudia a la estupidez, y así quedar bien liberados de sentimientos feos para poder apreciar con más hondura la belleza simple del mar y el cielo.



El mar en invierno es el mar de los poetas.



Iba a leer en unos bancos vacíos cuando he visto a una pareja besándose a tope en uno junto a ellos y me han cortado todo el rollo.



Veo un puñado de niños animados jugando con balones en un jardín y me pregunto cómo serían sus juegos en tiempos de miseria.



Cuando estamos con otros, somos menos nosotros.



Cuando te apartas de todo, todo se te echa encima.



En el Casino: "Somos las más jóvenes que hay aquí", dicen tras de mí unas mujeres que, sin duda, son mayores que yo.



En el casino, uno a otro: "¿Qué tal?". "Aquí, perdiendo dinero".



Muchos perros, pocos niños.



—¿Quieres postre, amigo? Tengo tarta de queso, tarta de chocolate, tarta de la abuela y helado.
—¿Cómo es la tarta de la abuela?
—De chocolate.



Una señora a una niña negra adoptada:
—Te tienes que dejar el pelo largo para poder alisarlo y estar bien guapa...



Creo que si tuviéramos la mortalidad realmente asumida no usaríamos tanto el móvil.



En Cimadevilla, Gijón, se anuncia con unas flechas un mercado de primavera. Al asomarme por una calle donde apuntaban las flechas, me encuentro con varias familias de muchos niños jugando al sol: cometas, bicicletas, patinetes, un arco con una flecha de goma, carreras, risas. Algunos adultos parecen llevar bolsas de comida, otros juegan con los niños. Un pequeño caos lleno de armonía, alegría, algarabía y naturalidad. No sabía que estas cosas todavía existían.



Benditos servicios, qué bien puesto tienen el nombre. Dan EL servicio.



Plaza Jovellanos, Gijón

Cimadevilla, con "Elogio del horizonte" de fondo.


"Y púsoyos una multa de 25 pesetas un policía municipal, por verter aguas en la playa de San Lorenzo, junto a la escalerona"


Comentarios

Entradas populares de este blog

Estar a punto de morir

Estar a punto de morir parece una buena forma de conseguir que te valoren como persona. Aunque es mejor morir. Lo preocupante no es acumular mierda dentro, lo preocupante es no cagar. Por desgracia, siento que ya sé todo lo que necesito. Por suerte, todavía no es suficiente. No lo digo por despecho ni rencor, simplemente, algunas tías buenas son especialmente malas. Sin mí no soy nada. Poeta atormentado, poeta petardo. Lista de la compra: cerveza sin alcohol, fruta, canela en rama. Cuidado con los enfermos de literatura: se permiten mentir por belleza.

El dilema de cómo hacer las redes sociales más humanas

Tengo un sentimiento paradójico con Internet y sus redes. Por un lado tengo un maldito vicio con las redes sociales, y dedico demasiado tiempo a leerlas y releerlas, como si fueran a darme algo especial, más allá de entretenimiento temporal y a menudo superficial, o como si me fuera a esperar una notificación especial de algo que me fuera a hacer... ¿más feliz? Por otro lado, tengo muchas ganas de comunicarme más a menudo y abiertamente sobre temas que me interesan, de todo tipo, y cuando pienso en hacerlo pienso, obviamente, en hacerlo a través de las redes sociales (llevo mucho tiempo pensando en ideas para vídeos, por ejemplo, pero no me termino de lanzar a ello). Está claro que hay un montón de ventajas en estas plataformas, y seguro que por muchas de ellas estamos aquí viciados, pero desde hace un tiempo también noto cosas que no sé si son puramente humanas e inevitables, o están exacerbadas por estas plataformas (que es lo que parece), pero que llevan a ambientes muy polari

La felicidad estaba en el anticipo

Sísifo no subía una piedra montaña arriba eternamente para ver cómo esta caía y volverla a subir. Eso sería demasiado absurdo. La verdadera tarea de Sísifo era limpiar  la montaña. Hay artistas que, en el sentido monetario y proporcionalmente a lo que merecen, están condenados a ser eternamente pobres, porque, incluso aunque se hagan supuestamente ricos, no hay forma de pagar lo que han dejado a la humanidad. Este pensamiento tan grandilocuente lo ha inspirado Buena Vista Social Club . ¿No es anonadante que de un incendio surja tanta sabrosura? He soñado que C. Tangana me pedía que le hiciera un videoclip. Y al hablar se parecía al Bocem. ¡Viva la comida precocinada! Solo Nadie sabe los siglos de vida que nos permite dedicar a otras cosas. Y resulta que la felicidad estaba en el anticipo: la emoción de la espera de la felicidad. Una postal de Shakespeare and company , en París. Mi traducción: "Ojalá pudiera mostrarte, cuando estás solitario o en la oscuri