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Matrix | Mis películas favoritas: 3 de 15

Tercera peli de 15 favoritas: Matrix, de los hermanos Wachowski.

¡Qué pasada! Le tengo mucho cariño, y aunque ya no me atraiga con mi antigua pasión juvenil, todavía la recuerdo impactante, hipnótica, desafiante, vibrante, precisa, contundente, rompedora... Sobre todo es una delicia audiovisual, pero además con esa enjundia filosófica un poco a lo Descartes que te hace replanteártelo todo, desde la base de la propia percepción a la idea de libertad y el libre albedrío.

Le tengo un aprecio especial: fue la película que me empujó a querer hacer películas por primera vez. También fue el primer 'making of' que recuerdo haber visto (en una edición de dos VHS, película y making, que por suerte compró mi amigo Gabri). Me flipaba su aspecto visual y su ritmo. No es que los efectos especiales fueran flipantísimos, que lo eran, es que el ESTILO DE CADA PLANO era flipantísimo. Las peleas, la idea del aprendizaje instantáneo descargado por ordenador, el rollo familiar de la nave, la seguridad de Morfeo, la eficiencia de Trinity, la entrada en el rascacielos, ¡¿he dicho ya las peleas?! ¿Sí! ¡Pues las peleas otra vez, que hay muchas y molan todas!

Tanto nos flipó, que cuando, por esas fechas, una cámara cayó en nuestras manos, quisimos hacer una versión de la película. Concretamente, una precuela. En algún momento de la película se mencionaba que había habido otros Elegidos antes, así que nos inventamos una historia en la que el anterior "elegido" había estado repartido en tres personas: cómo no, justo en tres chavalillos de Burgos. Con lo que íbamos hablando, Gabri se curró un guion con demasiados detalles que jamás seríamos capaces de grabar (y no llegó más que a esbozar el planteamiento), eso sí, lleno de chascarrillos y un humor al más puro estilo de los toma y daca entre Han Solo y Leia en las películas originales. Con la videocámara, practicamos y preparamos efectos visuales, como tirar un objeto y luego poner la toma al revés para que pareciera que lo estábamos atrayendo mágicamente con la mano. Ideamos persecuciones de parkour y una pelea que se desarrollaría en el tejado del Decathlon de Burgos. Un domingo, comprobando si era posible subirse allí para grabar (entonces no sabíamos que a aquello se le llama "localizar"), sonó la alarma del centro comercial y echamos por patas lo más rápido que pudimos, carretera abajo. En el sótano de un portal, donde se guardaban bicicletas pero había un par de sillones, grabamos una escena en la que Gabri decía algo subido de tono a Soraya, la piloto de la nave (el sótano era la nave), y ella le premiaba con un sopapo que quedó muy convincente en cámara porque fue muy real. Fue una época de sueños ingenuos, poco saber y mucho querer hacer, que recuerdo con mucho cariño, y supongo que tampoco es algo que pueda desvincular de lo mucho que siempre me ha gustado esta película.





1 de 15: ¡Olvídate de mí!
2 de 15: El club de la lucha
3 de 15: Matrix

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