Cuando pienso en mi futuro y en mi forma de hacer las cosas, siempre aspiro a una especie de ideal de perfección. Cuando me miro con ese filtro, quiero comportarme de manera intachable y ejemplar, y criar unos hijos (que ni tengo) modélicos que serán llamados a iluminar el camino del mundo, contribuir a un nuevo futuro brillante e inspirar a todos a alcanzar nuevas cotas de compasión, amor, servicio mutuo, colaboración, creación, progreso, libertad, respeto, conocimiento, realización, consciencia,... en fin, todo lo imaginable. Y sin embargo, ¿a quién le importa? No va a caer ninguna nube de benignidad sobre el mundo, y de hacerlo, solo soy capaz de imaginarla tan unificadora y neutralizadora de la variedad que me dan escalofríos. Nuestro impacto es mínimo, apenas somos capaces de influirnos a nosotros mismos y soñamos con influir al universo. Pero no es ya por eso. Es, simplemente, que ser egoísta al final es igual de válido, uno puede ser tan dejado como quiera y todo se va a ir al garete igual. Comer y rascarse puede ser suficiente, aunque sea en medio de una pocilga. Pero cualquiera prefiere usar la vajilla limpia. Por eso hay que fregar. Necesitamos tener dónde ensuciar.
Tengo un sentimiento paradójico con Internet y sus redes. Por un lado tengo un maldito vicio con las redes sociales, y dedico demasiado tiempo a leerlas y releerlas, como si fueran a darme algo especial, más allá de entretenimiento temporal y a menudo superficial, o como si me fuera a esperar una notificación especial de algo que me fuera a hacer... ¿más feliz? Por otro lado, tengo muchas ganas de comunicarme más a menudo y abiertamente sobre temas que me interesan, de todo tipo, y cuando pienso en hacerlo pienso, obviamente, en hacerlo a través de las redes sociales (llevo mucho tiempo pensando en ideas para vídeos, por ejemplo, pero no me termino de lanzar a ello). Está claro que hay un montón de ventajas en estas plataformas, y seguro que por muchas de ellas estamos aquí viciados, pero desde hace un tiempo también noto cosas que no sé si son puramente humanas e inevitables, o están exacerbadas por estas plataformas (que es lo que parece), pero que llevan a ambientes muy polari...
Ese existencialismo puede contener empatía hacia quien sufre y albergar un deseo sincero de ayudarle en la travesía de la existencia. ¿Ayudarle a qué? A ser más feliz y tener una vida más plena.
ResponderEliminarPara mi, simplemente eso, el ayudar a los demás, ya le da sentido a la propia vida. Aunque no haya nada más después.