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El orden siempre se pospone

El orden siempre se pospone. Es más urgente prestar atención al caos.



Casi siempre, decir "siempre" es mentira. Pero la contundencia es un grado.



Jamás cruces el paso de cebra que no tenga semáforo sin levantar la vista del móvil: serás invisible a los coches. Hay que mirar a los coches. Fijamente. Con cuanta más decisión, mejor. Si tú no acreditas su existencia, ellos tampoco acreditarán la tuya. La carne con patas es lo de menos, lo que importa es la mirada.



"Versos que el viento arrastra", de Karmelo C. Iribarren, es un libro tan gaseoso que he podido leerlo en lo que tarda una brisa de la biblioteca a mi casa.

Uno de sus poemas:

La tristeza

Un gorrión
muerto
en la acera:

Un truco de la tristeza
para decirnos que existe,

sin ponernos
muy muy tristes.



En la Biblioteca Pública de Burgos solo parece haber dos libros de Karmelo C. Iribarren (el otro, que no he encontrado: "El tamaño de los sueños"). Me ha sorprendido descubrir que estaban ambos situados en la sección juvenil de poesía. Ya se me había olvidado que hay sección juvenil de las cosas, y unos que son y otros que no son. Bécquer, Hernández. Machado, Neruda y Jiménez estaban, por ejemplo. A Lorca no lo he visto. Me ha sorprendido lo de Iribarren porque me lo esperaba especialmente "adulto". Pero enseguida la clasificación juvenil me ha parecido un buen presagio. De hecho, ¿es posible que haya buena poesía que no sea juvenil? De pronto, ha sido la sección de adultos la que me ha dado pereza.

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