Ir al contenido principal

Numeritos

El dinero es una cosa rarísima y resulta especialmente patente con el dinero digital: estás en una tienda, coges cosas (si te fueras con ellas sin más serías perseguido, un ladrón, amonestado, juzgado, condenado, abominado...), pasas una tarjeta por una máquina, la máquina cambia unos números de aquí a allá, y ya puedes salir con lo que has cogido sin problema ninguno. Faltaba que te restaras unos numeritos y se sumaran en otro lado, joé. Pero no todos tienen los mismos numeritos, claro. Tus numeritos dependen de tu suerte al nacer, de tu suerte al crecer, de tu habilidad para conseguir que alguien te sume numeritos de los suyos a cambio de hacerle favores recurrentemente con los que él -normalmente- consigue sumarse más numeritos todavía... Tus numeritos fijan si te contienes al comprar o si te puedes permitir un capricho, o todo caprichos. Si tienes numeritos grandes, puedes empezar a pensar en grandes cosas por las que cambiarlos: ¿un coche, una casa, un gran viaje...? En realidad, muchísima gente no sabe qué hacer con sus numeritos. Hay millones de millones de numeritos parados, aburridos, que hace milenios que no han sido sumados ni restados de ningún lado. Sus dueños confían en que les vienen bien, y desde luego les dan seguridad, pero aún si tuvieran muchísimo más -cosa que les ocurre a unos pocos- ni siquiera sabrían por qué cambiar los dichosos numeritos. Muchos se quedan tranquilos pensando en que dejarán sus numeritos para sus descendientes: una facilidad muy deseable para el destinatario; el que dedica su vida a acumular numeritos sabe que sumar suficientes numeritos suele ser un calvario. La carencia total de numeritos lleva a situaciones límite: ya no se puede sacar comida de los supermercados, ya no te dejan entrar en las casas, ni en los hoteles, ni en los autobuses, ni en los aviones, ni en las academias, y por lo visto eso hace más difícil todavía que alguien acepte darte numeritos regularmente a cambio de favores. A muchos les toca pedir numeritos por las calles, a ver si con un puñado de numeritos sueltos de los que les sobran a algunos viandantes pueden permitirse sacar comida del supermercado y dormir en un colchón por hoy, para tener fuerzas al día siguiente y poder seguir recaudando numeritos en un estado no demasiado deplorable. No hay un tope por arriba de hasta dónde pueden llegar los numeritos. Por eso algunos, simplemente, insisten en seguir sumando numeritos sin ton ni son, por disfrute, porque saben, pueden y les gusta hacerlo. Gusta mucho jugar con los numeritos y pensar continuamente qué poder hacer para sumarme más numeritos, numeritos más grandes, numeritos de más fuentes, numeritos más ambiciosos, numeritos variados, numeritos frescos,... numeritos que nos tranquilicen del miedo al fracaso y a la muerte -la muerte: un tipo de fracaso que no se puede lamentar a posteriori-, aunque no sepamos exactamente cuál es el numerito clave a partir del cual dejar de preocuparnos.

Comentarios

  1. Mi opinión es que no hay númerito para dejar de preocuparse, creo que va más con una forma de pensar en cuanto a que funcionalidad tiene el dinero, y que importancia se le da.

    Algo que me contaron una vez, es que cuando tu te aventuras a algo y no tienes dinero, el dinero va apareciendo de distintos lugares, quizas tengas que ir tu a buscarlo o no, pero llega. No me he explicado bien pero bueno da igual jajajaj



    Como recomendación para futuras publicaciones Samu, si separas los parrafos se hace mucho menos denso, y las ideas uno las va recibiendo y ordenando mejor

    ResponderEliminar
  2. Puede ser, pero también los hay que se arruinan, quiebran y caen en bancarrota.

    Sobre lo de las separaciones, este texto me pegaba todo junto. Pero me lo apunto para tenerlo en cuenta otras veces, gracias.

    ResponderEliminar
  3. si bueno, yo me refiero más la gente de pie, y no en grandes inversiones, sino en algo que deseas mucho.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Ha muerto un hombre alegre

Nos dejaron sin cigüeñas. Nunca fueron nuestras. Tampoco suyas. Ha muerto un hombre alegre. Tras la pena, hay que volver a la alegría, más alegría aún: más fuerte, más plena, más tranquila, más sincera, más sencilla, para compensar la que se fue. Unas pocas palabras pensando en  Luis Eguílaz , el día en que descubro que nos ha dejado.

Estar a punto de morir

Estar a punto de morir parece una buena forma de conseguir que te valoren como persona. Aunque es mejor morir. Lo preocupante no es acumular mierda dentro, lo preocupante es no cagar. Por desgracia, siento que ya sé todo lo que necesito. Por suerte, todavía no es suficiente. No lo digo por despecho ni rencor, simplemente, algunas tías buenas son especialmente malas. Sin mí no soy nada. Poeta atormentado, poeta petardo. Lista de la compra: cerveza sin alcohol, fruta, canela en rama. Cuidado con los enfermos de literatura: se permiten mentir por belleza.

Diario de sueños: cuatro sueños en una semana

Hace tiempo tenía un diario. Ahí empecé a escribir mis sueños, entre otras cosas. Llegué a apuntarlos frecuentemente. Con el tiempo, empecé a dejar de escribir lo que me pasaba y mis reflexiones, pero seguí escribiendo los sueños que tenía. Así, pasó a ser, más bien, un diario de sueños . Con el tiempo, también abandoné esa costumbre. Lo he comprobado: el último sueño apuntado en racha se quedó en abril de 2016. Después, unas pocas notas esporádicas, hasta agosto de 2018 (y una más, solo una, en 2019). Muchas veces, desde entonces, he soñado cosas que he contado a alguien, o que me guardaba celosamente, y me solía decir que debería volver a escribirlas en el diario de sueños, pero no lo hacía. Muchas veces recordaba los sueños a primera hora y, por no apuntarlos enseguida, volaban al olvido, horas después. Esta semana, por lo que sea, he podido recordar y recoger, bien y pronto, varios sueños, con lo que he vuelto a guardarlos con cierto orden. Esta vez -de momento y para variar- en ...