TODO ME INSPIRA DEMASIADO.
Y no es suficiente.
Ahora que por fin lo tengo todo, renuncio. Quiero otras cosas.
Qué coñazo de tener que venderse uno a sí mismo todo el tiempo, y esa mierda de la marca personal.
No es que quiera hacer frases por hacer. Pero a veces una frase llega de una pieza, y aunque no tenga una lógica clara, consigue decir algo, normalmente más inasible, que no se podría conseguir de otra forma.
Es decir: hay frases indefendibles, salvo por una intuición que las salva.
Sigo probando autodefiniciones:
Soy un hippie apijotado.
La libertad de saber que puedes escribir ABSOLUTAMENTE LO QUE QUIERAS da un vértigo que acongoja el estómago. Como estar al filo del abismo y tener la intuición certera de que si saltas no caerás, sino que volarás. Luego tomas consciencia de que todavía te autocensuras, así que el abismo de pronto se encoge, hasta convertirse en una caída salvable. Por si fuera poco, más que saltar, bajas con cautela por la pared. Mientras lo haces, todavía fantaseas con volar. Pero amas los lastres que te mantienen en el suelo, y no estás preparado (¿quién dice que alguna vez lo estarás?) para dejarlos caer, por grande que sea el sueño de la ingravidez.
[22:47, 1/7/2018] Samuel: Preciosísima
[22:47, 1/7/2018] Samuel: te echo de menos una barbaridad
[22:51, 1/7/2018] Samuel: llevo el día encerrado
[22:51, 1/7/2018] Samuel: haciendo cosas como en una fiebre
Y no es suficiente.
Ahora que por fin lo tengo todo, renuncio. Quiero otras cosas.
Qué coñazo de tener que venderse uno a sí mismo todo el tiempo, y esa mierda de la marca personal.
No es que quiera hacer frases por hacer. Pero a veces una frase llega de una pieza, y aunque no tenga una lógica clara, consigue decir algo, normalmente más inasible, que no se podría conseguir de otra forma.
Es decir: hay frases indefendibles, salvo por una intuición que las salva.
Sigo probando autodefiniciones:
Soy un hippie apijotado.
La libertad de saber que puedes escribir ABSOLUTAMENTE LO QUE QUIERAS da un vértigo que acongoja el estómago. Como estar al filo del abismo y tener la intuición certera de que si saltas no caerás, sino que volarás. Luego tomas consciencia de que todavía te autocensuras, así que el abismo de pronto se encoge, hasta convertirse en una caída salvable. Por si fuera poco, más que saltar, bajas con cautela por la pared. Mientras lo haces, todavía fantaseas con volar. Pero amas los lastres que te mantienen en el suelo, y no estás preparado (¿quién dice que alguna vez lo estarás?) para dejarlos caer, por grande que sea el sueño de la ingravidez.
[22:47, 1/7/2018] Samuel: Preciosísima
[22:47, 1/7/2018] Samuel: te echo de menos una barbaridad
[22:51, 1/7/2018] Samuel: llevo el día encerrado
[22:51, 1/7/2018] Samuel: haciendo cosas como en una fiebre
![]() |
Amanece una despedida en París |
Comentarios
Publicar un comentario