Maldita actualidad. Mira que eres coñazo.
Antes que la mente: el cuerpo es la primera materia prima del arte.
Dos cosas que no decir NUNCA:
"Lo digo siempre..."
"Como ya sabéis..."
(Lista por ampliar).
A diferencia de "todo", "nada", "siempre" y "nunca", palabras que habría que desterrar (cosa que no haremos porque son demasiado sexys, a pesar de ser tan mentirosas), la palabra "cosas" es la leche. Algunos la ven demasiado vulgar, simple o genérica, pero eso no la desmerece. Cosas abarca tanto, tanto... Comprende lo incomprendible, porque hay COSAS que no son ni esto ni eso, porque esto y eso son palabras demasiado excluyentes, y esas COSAS no tienen palabra, pero ahí está la palabra "cosas" al rescate, como un padre adoptivo las toma bajo su paraguas y, sin compromiso, las nombra: COSAS. Y mañana, otra historia. Que no te dé cosa usar "cosas". "Cosas" es altruista, está ahí para ti cuando quieras. "Mis cosas", "Esas cosas", "Me da cosa", "¡Qué cosas!", "Mi cosa bonita...". "Hay COSAS que no comprendo...", y acto seguido se nos forma una imagen clara de lo que pueden ser esas cosas: COSAS. Tratemos "cosas" con cariño. "Cosas" triunfa.
¿Qué me pasa últimamente con las palabras? No sé a qué viene este nazismo léxico gratuito. Pero también es cierto que escribir es mucho soltar gilipolleces, y a ver si cuelan.
El pasar hambre por dedicarse de pleno al arte.
(Lo apunté porque quería desarrollarlo, y ahora ya no me apetece. Que es algo que merecería la pena hacer, supongo que diría, y que soy demasiado cobarde para hacerlo, también.)
La tiranía cultural de los premios y los reconocimientos, para asociarlo a éxito.
(Otra cosa apuntada que quería desarrollar y ahora digo que le den. Pues eso, que los premios solo son éxitos con cara. Hay muchos otros éxitos que no necesitan estatuillas, diplomas y galardones. Esos éxitos son más bonitos, pero hay que estar muy atento para verlos y apreciarlos. Es más fácil agradecer que te han metido unos euros en la cuenta y te han dicho que salgas a un escenario a recibir una cosa.)
Cocinar con la sangre propia, después de cortarse.
Los nombres son las direcciones postales para tener donde agradecer las cosas, pero cuando se trata del arte, la voz de un hombre podría ser la de cualquiera, y su nombre es lo de menos. (Aunque para el precio, suele ser lo de más.)
Los paréntesis son una gozada (¿verdad que sí?).
Hay que conocer las preguntas y las respuestas que se hacen los creyentes, para poderles dar contraargumentos. En ese sentido, hay mucha diferencia entre el creyente más irreflexivo y el intelectual: sus formas de razonarse la fe son casi completamente diferentes, aunque, en mi opinión, comparten el origen de su visión del mundo: una intuición (por llamarlo de alguna manera) respaldada por más, o menos, capas argumentales.
Me pregunto si la pregunta clave no es, en el fondo, tan simple como esta: ¿es posible que exista todo esto sin un dios? Sí. O no. Y según su respuesta, cada uno toma partido.
Si los autobuses, incluso los trenes, son más peligrosos que los aviones, ¿por qué no incluyen también una introducción de qué hacer en caso de accidente?
ESCUPIRTAJOS está terminado.
Tengo que hacerlo. YA.
Y enseñarlo.
Y mandarlo a editoriales.
Y que sea lo que ello pueda.
Para bien o para mal, esto es lo que hay.
Miramos los mapas como si fueran catedrales milenarias destinadas a la eternidad, sin tener en cuenta que, en el preciso momento en que se empiezan a dibujar, ya están desactualizados.
(Edición: acabo de notar la errata en la leyenda de la foto "aroiris" en vez de "arcoiris". Normalmente lo corregiría, pero esta errata me gusta, se queda. El aroiris.)
Antes que la mente: el cuerpo es la primera materia prima del arte.
Dos cosas que no decir NUNCA:
"Lo digo siempre..."
"Como ya sabéis..."
(Lista por ampliar).
A diferencia de "todo", "nada", "siempre" y "nunca", palabras que habría que desterrar (cosa que no haremos porque son demasiado sexys, a pesar de ser tan mentirosas), la palabra "cosas" es la leche. Algunos la ven demasiado vulgar, simple o genérica, pero eso no la desmerece. Cosas abarca tanto, tanto... Comprende lo incomprendible, porque hay COSAS que no son ni esto ni eso, porque esto y eso son palabras demasiado excluyentes, y esas COSAS no tienen palabra, pero ahí está la palabra "cosas" al rescate, como un padre adoptivo las toma bajo su paraguas y, sin compromiso, las nombra: COSAS. Y mañana, otra historia. Que no te dé cosa usar "cosas". "Cosas" es altruista, está ahí para ti cuando quieras. "Mis cosas", "Esas cosas", "Me da cosa", "¡Qué cosas!", "Mi cosa bonita...". "Hay COSAS que no comprendo...", y acto seguido se nos forma una imagen clara de lo que pueden ser esas cosas: COSAS. Tratemos "cosas" con cariño. "Cosas" triunfa.
¿Qué me pasa últimamente con las palabras? No sé a qué viene este nazismo léxico gratuito. Pero también es cierto que escribir es mucho soltar gilipolleces, y a ver si cuelan.
El pasar hambre por dedicarse de pleno al arte.
(Lo apunté porque quería desarrollarlo, y ahora ya no me apetece. Que es algo que merecería la pena hacer, supongo que diría, y que soy demasiado cobarde para hacerlo, también.)
La tiranía cultural de los premios y los reconocimientos, para asociarlo a éxito.
(Otra cosa apuntada que quería desarrollar y ahora digo que le den. Pues eso, que los premios solo son éxitos con cara. Hay muchos otros éxitos que no necesitan estatuillas, diplomas y galardones. Esos éxitos son más bonitos, pero hay que estar muy atento para verlos y apreciarlos. Es más fácil agradecer que te han metido unos euros en la cuenta y te han dicho que salgas a un escenario a recibir una cosa.)
Cocinar con la sangre propia, después de cortarse.
Los nombres son las direcciones postales para tener donde agradecer las cosas, pero cuando se trata del arte, la voz de un hombre podría ser la de cualquiera, y su nombre es lo de menos. (Aunque para el precio, suele ser lo de más.)
Los paréntesis son una gozada (¿verdad que sí?).
Hay que conocer las preguntas y las respuestas que se hacen los creyentes, para poderles dar contraargumentos. En ese sentido, hay mucha diferencia entre el creyente más irreflexivo y el intelectual: sus formas de razonarse la fe son casi completamente diferentes, aunque, en mi opinión, comparten el origen de su visión del mundo: una intuición (por llamarlo de alguna manera) respaldada por más, o menos, capas argumentales.
Me pregunto si la pregunta clave no es, en el fondo, tan simple como esta: ¿es posible que exista todo esto sin un dios? Sí. O no. Y según su respuesta, cada uno toma partido.
Si los autobuses, incluso los trenes, son más peligrosos que los aviones, ¿por qué no incluyen también una introducción de qué hacer en caso de accidente?
ESCUPIRTAJOS está terminado.
Tengo que hacerlo. YA.
Y enseñarlo.
Y mandarlo a editoriales.
Y que sea lo que ello pueda.
Para bien o para mal, esto es lo que hay.
Miramos los mapas como si fueran catedrales milenarias destinadas a la eternidad, sin tener en cuenta que, en el preciso momento en que se empiezan a dibujar, ya están desactualizados.
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Un aroiris en negativo para recordar que los objetos absorven los colores contrarios de los que rebotan. Foto: C.E. (editada). |
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